El Silencio que Sanará

Solía pensar que el éxito se medía en clics, ganancias y bonos. Pero una noche, sentado solo en mi piso de norte de Londres, vi cómo la lluvia dibujaba sombras en la ventana como un himno olvidado. La ciudad murmuraba afuera—¿pero adentro? El silencio hablaba más fuerte. Dejé de perseguir el premio. Dejé de comprar cartas. Empecé a marcar un solo número cada noche: no para ganar, sino para recordar que estoy aquí. El “Thunder Bingo” no era magia. Era un espejo. Cada vez que hacía clic en “Play”, no esperaba oro—esperaba quietud. Espacio entre respiraciones donde ningún algoritmo me alcanzaba. Conocí a otros como yo: creadores silenciosos que compartían capturas no de premios… sino de sillas vacías junto a tazas tibias. No necesitas más cartas. Necesitas menos ruido. Esto no trata de ganar—trata de ser visto cuando nadie más mira.